Creado en Bohemia e Inglaterra durante los siglos XVI y XVII, el cristal ha buscado durante mucho tiempo su camino, marcado por la exigencia de los hombres de reproducir artificialmente el cristal de roca mineral.
Esta búsqueda de la pureza glacial ha generado a lo largo de la historia, la misma pasión y dedicación que la manifestada por la porcelana. Por este motivo, cuando Luis XV decide crear las primeras cristalerías a finales del siglo XVIII, el cristal pasó de considerarse como un utensilio a un material exclusivo y precioso.
A partir de ese momento, la competencia fue feroz: luces de araña, joyas, adornos... eran importados de Bohemia e Inglaterra. Es justo en este instante cuando Cristal de Sèvres decide embarcarse destinando el cristal al arte de la mesa.
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