El Tiempo es Crecer
Carmelo Rodero pertenece a la cuarta generación de una arraigada familia de viticultores de la zona. Ya desde su más temprana juventud, se empapó de la sabiduría y el buen hacer de sus abuelos, ayudando en la elaboración del vino en los clásicos y antiguos lagares. Cabe destacar la juventud con la que comenzó a plantar sus primeros viñedos. Él sabía que la base de un gran vino pasa por unas buenas uvas, y convencido de la calidad de sus “perlas negras”, lo vio claro y junto a su esposa Elena apostó por el futuro elaborando sus propios vinos.
Carmelo Rodero conoce a la perfección cada centímetro de sus 140 hectáreas. Estas se encuentran repartidas en diferentes pagos, aprovechando así distintos suelos con el fin de obtener la máxima diversidad en sus uvas, que se traduce en complejidad en los vinos. La edad media del viñedo se sitúa en más de 30 años, conjugando viñedo más joven con otros que tienen en su haber cerca de 100 vendimias.
Esta zona de la Ribera se caracteriza por su específica climatología, donde se relacionan periodos con leve influencia atlántica y continental, veranos secos e inviernos largos y rigurosos con acusadas oscilaciones térmicas.
La altitud de nuestros viñedos se sitúa en cotas que oscilan entre los 900 metros en el caso de las lomas interfluviales, hasta los 750 metros en los valles.
Los terrenos son arcillosos, aunque no se excluyen los calcáreos, pobres en materia orgánica y ligeramente alcalino, combinados con cantos rodados, limos y arenas.
El objetivo principal de Bodegas Rodero es obtener la máxima calidad en sus uvas. Esta meta es conseguida año tras año gracias a que nuestros vinos son elaborados de viñedos propios, en los que el control de los mismos se realiza de forma personalizada
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